jueves, 3 de diciembre de 2009

LAPSUS

Lengua. Flujo inmenso y verde.
Mar de peces plateados...
brillantes...
infinitos...
Nadando las letras nadan;
y las palabras capitanean
y las frases obedecen
mientras libros terribles mandan
la imposible ordenación del orden verborileante...

País de las palabras universales,
existes en la lengua del individuo;
monstruo de dientes acérrimos,
y de frentes largas y blanquecinas,
cual capilla insignificante, en boca de santos
metes el callar de los corazones y el sufrir...
...¡el mucho sufrir de los ojos!
¡Lengua! No vives, ni vivimos,
pues en cada intención te callas
en cada boca condenas,
en cada llanto mueres,
Lengua: sempiterna muerte de la mente.

Eterno comienzo del pensamiento: ¡lengua!
Lengua de grandes autores
que la incomprensión de tus recovecos
lleva a la desesperación demoledora,
al verbo inmóvil en desgarrada garganta.
En el papel, lengua negra,
mojas tus frases con tinta
y anegas con oscuros ríos
los montes de la imaginación
y el desierto de las ilusiones.
Cuentos, poemas, narración...
...¡Y ni una sola verdad!

Verborileante orden de ordenación imposible
mandan terribles libros mientras
obedecen frases,
capitanean palabras
y nadan letras nadando...
Infinitos, brillantes,
plateados peces de mar...
Inmenso y verde flujo...
...¡Lengua!

IMÁGENES Y PALABRAS

...y hay frases que se quedan para siempre en la memoria.
Y son más que frases:
son fragmentos de sentimientos,
trozos de lágrimas,
pedazos del alma
en algún tiempo y algún lugar
existentes,
fuera de la realidad presente,
pero esencial en la realidad
del ser humano.

Frases son que establecen puentes
por los que la realidad pensante
que es el hombre
trae a sí los recuerdos.

Las imágenes y las palabras
son los verdaderos recuerdos
del alma,
son vehículos dentro de los cuales
los sentimientos no mueren
nunca.

APARECE LA CONCIENCIA

Aparece la conciencia.
El tupido velo de la muerte fingida
y el engañoso sueño se desvanecen...
Nace la apariencia,
aparece la conciencia.

Desaparece el orden estricto,
el puro estar de las palabras,
en forma de imágenes vitales;
y se esparce por el espacio, líquido,
lánguido, irreal y real al tiempo...
Pero luego, de pronto fijado en la tierra,
helado, uniforme,
duro como la piedra,
muerto
al pie de la cama,
se abre
el ojo desengañado
que todo lo ve incluso a sí mismo.

Aparece la conciencia.
El tupido velo de la muerte fingida
y el sosegado aliento se desvanecen...
Nace la apariencia,
aparece la conciencia...

... muere la inocencia.